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lunes, 6 de octubre de 2014

Pitia





Hace tiempo soñé que yo era la distancia,
un pedazo de olvido mezclado con los hombres,
una sombra inaudita de vapores extraños.

Hace tiempo soñé que no me despertaba
del sueño que tenía el alma de la tierra;
y que yo era la tierra,
el grano innumerable de sus montes,
el polvo sin destino al polvo destinado.

Un día desperté y tenía un nombre
rodeando el afán del infinito.

Anduve algunos años leyendo extraños signos…
Y al cabo regresé al sueño que antes era,
a ese incrédulo estar donde no estaba,
a ese amargo destrozo de haber sido.

                                                  
                                               Antonio Azuaga