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martes, 7 de octubre de 2014

Platón I




 a) Argumento de la reminiscencia

Sócrates se pregunta cómo podemos decir de dos cosas que son iguales si la percepción de un individuo de que dos maderos son iguales puede diferir de la opinión de otro. A pesar de que en el mundo sensible el concepto de igual se dé de manera imperfecta somos capaces de imaginar lo igual en sí mismo. ¿De dónde hemos sacado ese conocimiento? Tenemos que haberlo recordado a partir de las imperfectas imitaciones sensibles de lo igual, y para haberlo recordado eso significa que nuestra alma ha presenciado lo que verdaderamente es antes de unirse a nuestro cuerpo. Este argumento puede afectar no sólo a los conceptos matemáticos como igual, mayor, menor sino también a la belleza, la justicia...
Por tanto, ¿reconocemos que, cuando uno al ver algo piensa: lo que ahora yo veo pretende ser como algún otro de los objetos reales, pero carece de algo y no consigue ser tal como aquél, sino que resulta inferior, (74e) necesariamente el que piensa esto tuvo que haber logrado ver antes aquello a lo que dice que esto se asemeja, y que le resulta inferior?
(…)
Así que si, habiéndolo adquirido antes de nacer, nacimos teniéndolo, ¿sabíamos ya antes de nacer y apenas nacidos no sólo lo igual, lo mayor, y lo menor, y todo lo de esa clase? Pues el razonamiento nuestro de ahora no es en algo más sobre lo igual en sí que sobre lo bello en sí, y lo bueno en sí, y lo justo y lo santo, y, a lo que precisamente me refiero, sobre todo aquello que etiquetamos con "eso lo que es", tanto al preguntar en nuestras preguntas como al responder en nuestras respuestas. De modo que nos es necesario haber adquirido los conocimientos de todo eso antes de nacer.
(…)
Si existen las cosas de que siempre hablamos, lo bello y lo bueno y toda la realidad de esa clase, y a ella referimos todos los datos de nuestros sentidos, e  y hallamos que es una realidad nuestra subsistente de antes, y estas cosas las imaginamos de acuerdo con ella, es necesario que, así como esas cosas existen, también exista nuestra alma antes de que nosotros estemos en vida. Pero si no existen, este razonamiento que hemos dicho sería en vano. ¿Acaso es así, y hay una idéntica necesidad de que existan esas cosas y nuestras almas antes de que nosotros hayamos nacido, y si no existen las unas, tampoco las otras?

b) Afinidad del alma con las Ideas

Cebes objeta a Sócrates que si bien está claro que el alma existe previamente al nacimiento cómo sabemos que perdurará tras la muerte. Sócrates, irónico, se compadece se su miedo.
Sin embargo, me parece que tanto tú como Simmias tenéis ganas de que tratemos en detalle, aún más, este argumento, y que estáis atemorizados como los niños de que en realidad el viento, al salir ella del cuerpo, 77e  la disperse y la disuelva, sobre todo cuando en el momento de la muerte uno se encuentre no con la calma sino en medio de un fuerte ventarrón.
Entonces Cebes, sonriendo, le contestó:
-Como si estuviéramos atemorizados, Sócrates, intenta convencernos. O mejor, no es que estemos temerosos, sino que probablemente hay en nosotros un niño que se atemoriza ante esas cosas. Intenta, pues, persuadirlo de que no tema a la muerte como al coco.
Para aliviar el miedo de Simmias y Cebes Sócrates elabora otra prueba basada en la afinidad del alma con las Ideas. El punto de partida es la existencia de dos mundos, uno visible y cambiante y otro inteligible e inmutable. El primero lo conocemos oscuramente mediante los sentidos:
¿No es esto lo que decíamos hace un rato, que el alma cuando utiliza el cuerpo para observar algo, sea por medio de la vista o por medio del oído, o por medio de algún otro sentido, pues en eso consiste lo de por medio del cuerpo: en el observar algo por medio de un sentido, entonces es arrastrada por el cuerpo hacia las cosas que nunca se presentan idénticas, y ella se extravía, se perturba y se marea como si sufriera vértigos, mientras se mantiene en contacto con esas cosas? 

Sócrates concluye que mientras que el cuerpo humano pertenece al mundo visible y está condenado a descomponerse el alma es semejante en todo a lo inteligible y, por tanto, habrá de perdurar. Si en Egipto consiguen que tras la muerte el cuerpo se conserve durante años, qué duración no obtendrá el alma para marchar al Hades y vivir con los mejores.

c) El modo de vida condiciona el destino futuro del alma. La transmigración.

Sin embargo, no todas las almas hacen el tránsito de igual modo. Las almas que hayan cultivado la filosofía y, por tanto, se hayan ido separando en vida del cuerpo para volverse hacia lo que es, se separarán sin dificultad, mientras que aquellas que vivieron siempre apegadas a las pasiones terrenales permanecerán vagando por los cementerios como "malos espíritus"
Así que el alma, al retenerlo, se hace pesada y es arrastrada de nuevo hacia el terreno visible, por temor a lo invisible y al Hades, como se dice, dando vueltas en torno a los monumentos fúnebres d y las tumbas, en torno a los que, en efecto, han sido vistos algunos fantasmas sombríos de almas; y tales espectros los proporcionan las almas de esa clase, las que no se han liberado con pureza, sino que participan de lo visible. Por eso, justamente, se dejan ver.
Llegará el momento en que hayan de unirse de nuevo a un cuerpo. En ese momento las glotonas y lujuriosas se encarnarán en asnos, las propias de tiranos en lobos o halcones, las que hayan practicado la virtud política en abejas o avispas. A la estirpe de los dioses sólo tendrán acceso los amantes del saber pues ellos se han apartado del cuerpo y han reconocido "el más grande y extremo de los males"
-Que el alma de cualquier humano se ve forzada, al tiempo que siente un fuerte placer o un gran dolor por algo, a considerar que aquello acerca de lo que precisamente experimenta tal cosa es lo más evidente y verdadero, cuando no es así. Eso sucede, en general, con las cosas visibles, ¿o no? (...)
-Porque cada placer y dolor, como si tuviera un clavo, la clava en el cuerpo y la fija como un broche y la hace corpórea, al producirle la opinión de que son verdaderas las cosas que entonces el cuerpo afirma
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